Nanuk tenía un erizo. Lo perdió.
No hay futuro. Nanuk lo sabía. El mundo estaba condenado y ellos, los esquimales, serían los primeros en desaparecer.
Y no era porque a Nanuk le importase quedarse sin casa, desde que se mudó a España le preocupaba menos el calentamiento global, disfrutaba del agua de un modo distinto al que nunca había imaginado en el frío polar. El problema era que Nanuk no podía evitar preocuparse por el planeta en el que vivía, el planeta en el que habitaba, el planeta en el que moriría. El planeta que se va irremediablemente a la mierda y nadie hace nada por combatir.
El problema con Nanuk es que nunca le ha gustado quedarse con los brazos cruzados, tenía un erizo que perdió y viajó a España para encontrarlo, todavía sin suerte. Nanuk tuvo una idea brillante para combatir el calentamiento global, una genialidad que llevaría a cabo con el ahínco que merece salvar el planeta, sabía a quién dirigirse y cómo hacerlo; su estrategia era sólida y su misión, salvar el planeta, valía saltarse algunas normas sociales.
El planteamiento era sencillo: las personas adultas no cambiarán sus costumbres para salvar el planeta. Cuando los efectos de la crisis climática lleguen a su punto crítico todos estarán muertos y no las sufrirán. El mundo actual crea personas cínicas, Nanuk los entendía, ¿cómo iban a creer en nada? Demasiadas cosas en las que creer. Demasiadas medias verdades, demasiadas opiniones en la red. Todos parecen tener razón. Y si no la tienen, mienten demasiado bien para creer al que parece decir la verdad.
Descartados los adultos, ¿quién iba a sufrir los efectos del calentamiento global? Los niños. Para ellos el cambio climático no será un cambio, algo por venir, sino una realidad con la que tendrán que lidiar día a día.
Por este motivo, Nanuk llegó a la conclusión de que debía centrar sus esfuerzos en concienciar a los niños de los efectos mortales del calentamiento global. Y lo más importante; mientras fuesen niños. <¿Y por qué mientras sean niños Nanuk? Porque cuando crezcan será lo único que les hayan dicho de niños que comprueben que es verdad>.
¿Pero cómo podía Nanuk comunicar su mensaje a los niños? No podía estudiar para profesor de primaria y empezar a impartir clases en las que recordar constantemente la necesidad de salvar el planeta. No por falta de facultades, sino porque a su edad no podía perder el tiempo estudiando una carrera de tantos años. No había tiempo. Los niños crecían y debía impactar en ellos lo antes posible.
Luego pensó en ir a los colegios y hablar directamente con ellos… Imposible. ¿Un esquimal en la puerta de un colegio acercándose a niños? Su intención podría ser buena, pero las formas le valdrían la cárcel. Además, tampoco era fácil acercarse a un niño y contarle que iba a perder su futuro por culpa del calentamiento global. No lo entenderían. Y sus padres no dejarían que Nanuk les dijese a sus hijos que iban a tener un futuro horroroso donde posiblemente morirán por falta de agua, escasez de alimentos o una guerra. Nadie quiere que aterroricen a sus hijos con la verdad del futuro que les espera.
Pero Nanuk sabía que tenía la obligación de mostrar esa realidad, ese monstruo llamado calentamiento global. Y debía mostrarlo tal y como es; un engendro terrorífico que provocase un miedo atroz cada vez que escucharan las palabras cambio climático (en la tele no se dice calentamiento global, éstas asustan demasiado a los adultos). Los niños tendrían pesadillas cada vez que escucharan las palabras cambio climático. Y no era para menos. No podrían conciliar el sueño si supieran que existe un monstruo que devorará sus vidas antes de que sean conscientes de tenerlas.
Pero todavía hay tiempo, sí, siempre hay tiempo; aunque llevemos diez años con que ésta es la última oportunidad, nunca es tarde para hacerlo bien.
Una vez probó a decírselo al hijo de unos amigos. <Ariadna, ¿sabes que cuando seas mayor podrás morir por no tener un vaso de agua para beber?>. La niña de seis años lo tomó mejor que sus padres. Con una sonrisa asustadiza del que no sabe muy bien qué acaba de suceder pero sabe que no es bueno por la reacción que han tenido sus padres. Bebió agua.
Ellos lo tomaron peor. La apartaron de Nanuk como si se tratase de un pedófilo que intentara abusar de ella. Como si las mentiras que ellos le contaban eran mejores que el choque de realidad que le espetó el esquimal. Nanuk nunca volvió a verse con ellos. Y lo más importante, nunca le dijeron qué sabían de su erizo.
No, la verdad no está bien vista entre el público adulto. Nanuk debía saltarse la barrera del narcótico que suponen los padres. El mensaje debía transmitirse de manera directa sin que ellos se enterasen.
Antonio era simplemente un hombre. Un tipo común con un nombre común. Una de esas persona que da consejos desde su experiencia de la más absoluta nada por tener dos hijos, una mujer y un piso de setenta metros con hipoteca. En cambio, Nanuk solamente tenía un erizo perdido.
Nanuk no consideraba a Antonio un amigo, pero le gustaba. Atendía sus consejos como si de un padre se tratase. Los escuchaba con especial atención y los olvidaba en el mismo instante que se separaba de él.
Un día Antonio tuvo que llevarse a uno de sus hijos, Andrés, a tomar café con Nanuk. <Ya sabes cómo va esto, tenemos que turnarnos con ellos porque quedarte solo con los dos puede convertirse en una pesadilla>. Andrés tenía tres años y muchas ganas de ver mundo. No es que fuese inquieto, simplemente era un niño de tres años que no podía quedarse quieto en la silla durante veinte segundos y en esos cortos periodos de tiempo Antonio no podía explicar a Nanuk la última noticia que cambiaría el curso de la historia reciente.
Pero Antonio tenía un plan para estas situaciones. <Con el primero no sabes cómo reaccionar, pero cuando tienes dos ya sabes cómo controlar a las bestias>. Bestias, pensó Nanuk. Antonio sabía cómo mantener al niño tranquilo durante el tiempo que le durase la explicación del último vídeo que había visto en Facebook de ese hombre que tanto sabía pero que no era conocido por casi nadie porque por alguna extraña razón, y oscura según Antonio, no aparecía en televisión. Antonio sacó su teléfono móvil, abrió Youtube y le puso un vídeo para niños. <Y así se queda tranquilo durante todo el rato que queramos y nosotros a seguir charlando de nuestras cosas>. De nuestras cosas, para Antonio, era contarle a Nanuk todo aquello que no se atrevía a contarles a sus compañeros de trabajo. Pero a Nanuk le gusta Antonio, es un buen un tipo Antonio.
Andrés quedó embobado viendo vídeos en el móvil durante los cuarenta minutos que duró el café. Nanuk tomó nota de los diferentes vídeos que Andrés miraba. Una música de fondo y unas manos abriendo huevos sorpresa, jugando con camiones de juguete, bolas de colores, muñecos con largas cabelleras… Esos vídeos llenos de color y música mantuvieron a Andrés pegado a la pantalla sin pestañear un segundo. Vídeos de diez minutos de duración que rara vez veía terminar, cuando se cansaba lo cambiaba por otro que aparecía como sugerido. Antonio le dijo que antes de hablar ya sabía manejar esos trastos.
Nanuk volvió a casa y rápidamente entró a Youtube a buscar los vídeos para niños más visitados. Un vídeo de quince minutos en el que unas manos destapan huevos sorpresa tenía más de 250 millones de visualizaciones, lo que suponen más visitas que el número total de niños de la Unión Europea.
Fue en ese mismo instante cuando algo dentro de Nanuk se iluminó y comprendió que había encontrado el modo de comunicar su mensaje. Sin quererlo, Antonio le había dado la clave que tanto tiempo llevaba buscando. Nanuk había visto la luz. Había encontrado el modo de comunicar su mensaje masivamente sin la interferencia de los padres: Nanuk crearía vídeos para niños en los que informaría de la necesidad de luchar contra el calentamiento global y los subiría a Youtube.
Copiar es fácil. Solamente debes hacer lo mismo que ya se ha hecho y ha resultado. ¿Qué importa que los huevos tengan unos u otros juguetes dentro? Nada. Lo que importa es la emoción de la sorpresa y eso no tiene copyright. Del mismo modo, crear vídeos con diferentes muñecos jugando entre sí o abriendo cajas en las que dentro aparecen peluches de colores es una tarea relativamente sencilla que no necesita grandes conocimientos técnicos ni de edición de vídeo. Solamente había que introducir un corte, Nanuk decidió que el mejor momento era cada tres minutos, y comunicar durante unos segundos el mensaje de que el calentamiento global está destruyendo el planeta.
El modo de comunicar el mensaje mejoró con los vídeos. Al principio optó por un simple mensaje de texto: EL PLANETA MUERE, DEBES SALVARLO. Terminando con una imagen de la Tierra desde el espacio. Pero rápidamente se percató que muchos niños no sabrían leer, así que Nanuk se dedicó a estudiar el mejor modo de comunicar el mensaje a través del propio lenguaje audiovisual. Leyó un par de libros sobre los orígenes del cine, vio algunas películas mudas de la revolución rusa que le gustaron mucho; con aquellos montajes y esas caras tan expresivas poco importaba si sabías leer los carteles donde se narraba la acción, y terminó descubriendo los estudios sobre montaje audiovisual donde explicaban que la misma imagen podía significar una u otra cosa dependiendo de la imagen que veías antes o después de ella. Nanuk quedó realmente fascinado sobre cómo era posible construir un relato solamente con imágenes. Y más le sorprendió el hecho de que igual que aprendíamos a hablar, nadie era realmente consciente de que también aprendíamos el lenguaje audiovisual.
De este modo, con el conocimiento de la existencia de un lenguaje propio en todas las obras audiovisuales, Nanuk decidió que su mensaje debía ser como un puñetazo al estómago: directo, seco e inesperado. Contundente. Llegó a la conclusión que asociaría una imagen impactante de terror con imágenes que perjudican la salud del planeta: bosques ardiendo, ríos secos, manchas de petróleo, atascos de coches en carreteras… Para de nuevo cerrar el mensaje con otra imagen de terror que produciera escalofríos en los niños. Luego volvería al vídeo como si nada hubiese pasado.
La idea era condicionar a los niños con imágenes de terror para que las causas del calentamiento global les provoquen pánico.
En cambio, aquellas acciones positivas para la salud del planeta eran introducidas en los momentos de mayor positividad del vídeo, como cuando aparecía el regalo sorpresa, y sin cambiar la música ni ningún sobresalto en la narración.
Los vídeos empezaron a recibir visitas. Al contador le costó arrancar, o quizás era que Nanuk lo revisaba en todo momento, pero en poco tiempo empezó a subir rápidamente y en unas semanas el número de visitas ya se contabilizaron en miles. Nanuk no podía creer el éxito que tenían sus vídeos, sabía que su edición era buena, mejor que la mayoría; pero pensaba que tardaría mucho más tiempo en conseguir los centenares de visitas que estaba recibiendo diariamente. La de Antonios que debían de estar tomando cafés en el mundo mientras sus hijos recibían el mensaje del esquimal sin ser conscientes de ello.
En especial, hubo un vídeo que consiguió miles de visitas en muy pocos días después de la subida, Nanuk lo llamaba el vídeo de cajas dentro de cajas. Se abría una caja y dentro había otra caja igual pero más pequeña, y así durante cuatro o cinco cajas hasta que en la última aparecía un peluche de unos famosos dibujos animados. Al comprobar el éxito del vídeo, Nanuk decidió explotarlo creando vídeos similares; modificaba el tipo de cajas, la sorpresa final, y nuevo vídeo para su canal de Youtube.
También refinó el modo de comunicar su mensaje, Nanuk descubrió que si introducía el mensaje negativo en el momento que se abría una caja el impacto era mayor al encontrarse el niño con los cinco sentidos sobre el vídeo.
Los vídeos de cajas dentro de cajas tuvieron tanto éxito que a las pocas semanas aparecieron imitadores creando el mismo tipo de contenido. Nanuk lo había conseguido, empezó copiando y ahora le copiaban a él, esto debía ser el éxito.
Todo iba bien, Nanuk era feliz, lo había conseguido, parecía increíble hacía unos meses, pero su mensaje estaba siendo transmitido y sin ninguna interferencia. En ningún momento pensó Nanuk que podía estar creando algún tipo de trastorno en los niños que veían los vídeos, un tema secundario, ¿pero qué no lo es si lo comparamos con la desaparición del planeta tal y como lo conocemos actualmente? No era para tanto, se decía a sí mismo Nanuk, solamente estaba transmitiendo la misma idea aceptada por todos pero de un modo distinto a cómo se había hecho hasta el momento.
También le había cogido el gusto a la edición de vídeos, seguía leyendo libros de montaje y se fijaba en todos los detalles cuando veía una película o un programa de televisión. Intentaba desengranar el lenguaje audiovisual con tanto ahínco que perdía el hilo de la narración de las películas.
Nanuk llegó a pensar que la comunicación entre diferentes humanos podría darse fácilmente si se hiciera con imágenes. El lenguaje era una rémora para la comunicación. Imaginó un mundo donde todo se dijese a través de imágenes. ¿Sería posible comunicarse así con su erizo? Primero debía encontrarlo.
Pocos comentarios recibieron sus vídeos, prácticamente ninguno; era normal, la mayoría de sus espectadores no sabían escribir, por lo que parecía lógico que nadie comentase sus vídeos. Pero el problema fue que empezaron a llegar los comentarios… y todos fueron negativos. Nanuk era consciente de que este momento llegaría, pero nunca imaginó la reacción tan negativa que tuvieron sus vídeos cuando se descubrieron los mensajes que se intercalaban en ellos. En solo unos días sus vídeos se llenaron de comentarios de padres indignados con las imágenes que se intercalaban y los vídeos empezaron a recibir miles de denuncias.
Nanuk no lo podía entender. ¿Cómo podían denunciar sus vídeos? Eran adultos, ¿no veían el objetivo que perseguía? Y no es que fueran adultos, ¡eran padres! ¿No deberían estar ellos especialmente preocupados por el mundo que estaban dejando a sus hijos? ¿Qué habían hecho para luchar contra el calentamiento global? En el mejor de los casos reciclar, llevar una bolsa de tela a la compra, utilizar el transporte público, ¿y qué habían conseguido? Nada. No es que Nanuk no apoyara estas acciones, él las hacía, pero ya no había tiempo para la enseñanza, la pedagogía, seguir concienciando a las personas de que el cambio climático era una realidad. ¿Una vez concienciadas qué cambiaba? Nanuk ya no tenía tiempo para ello. No podía seguir dando círculos en las mismas rutinas, había que ser más directos, como su mensaje, sin rodeos ni sutilezas; el cambio climático es el horror y hay que luchar con todas las fuerzas para proteger el planeta y destruir aquello que lo amenaza.
Pero las críticas aumentaron después del vídeo que protagonizó Adelaida en su canal. La youtuber, que contaba con varios centenares de miles de suscriptores, hablaba directamente a cámara mostrando lo horrorizaba que estaba cuando había descubierto que uno de sus hijos había visto un vídeo de Nanuk. <Le ha creado un trauma infantil que nunca podrá superar. Ya ni en casa están a salvo nuestros hijos de estos dementes terroristas>. Nanuk era un demente terrorista para una persona, quedó afectado. El vídeo fue difundido a través del canal de Youtube en el que habitualmente aparecían los hijos de Adelaida jugando cada día con juguetes distintos. En un solo día consiguió más visitas que el vídeo más visitado de Nanuk. En el vídeo aparecía uno de sus hijos llorando mientras la mujer se quejaba de que Youtube permitiese este contenido dirigido a sus hijos sin ningún tipo de control. Nanuk admiró lo bien realizado que estaba el vídeo.
La historia tuvo tanto impacto que apareció en los telediarios del fin de semana. Bajo el titular de Terroristube, el presentador transmitía la idea de que cualquiera podía causar un trauma en tu hijo si no se controlaba el contenido que consumía a través de Internet, que nunca debías dejarlo sin la supervisión de un adulto. En el fondo, los telediarios siempre persiguen la idea de que es mejor que los niños miren lo mismo que los adultos, es mejor que miren la televisión.
El término Terroristube tuvo tanto éxito que fue trending topic en Twitter durante varios días y tema de discusión con varios hilos con miles de retweets analizando la situación. En general, la mayoría de retweets se los llevaron los que indicaban que se debía vigilar qué miraban los niños en Internet y que ya existían herramientas para no permitir el acceso a cierto tipo de contenido. No hay que coartar la libertad de expresión, un tótem de las redes sociales. También fue bastante aceptado el comentario de que no todo valía para conseguir visitas y que debía mantenerse una cierta deontología profesional, también (incluso) entre los creadores de contenido en Internet.
En Facebook los comentarios fueron más directos, el desalmado terrorista había demostrado lo vulnerables que eran los niños ante dementes como él. Esto demostraba que todo el contenido debía ser revisado por profesionales antes de su publicación. Y centenares de insultos y afirmaciones categóricas sobre Nanuk, otro tótem de Internet.
De todos modos, el esquimal no pudo sentir más que reconocimiento cuando leyó a un usuario alabar lo refinado que era la transmisión del mensaje en el vídeo, para terminar afirmando que estaba completamente seguro que nos encontrábamos ante un sociópata muy peligroso. La segunda parte ya no le afectó, Nanuk había recibido tantos insultos que entendió que no eran personas los que los decían, sino usuarios de Intenet.
Nadie habló de la necesidad de concienciar a los niños del cambio climático.
El canal fue cerrado. Sus vídeos eliminados. Los suscriptores desaparecieron. La identidad de Nanuk nunca se hizo pública.
Los vídeos consiguieron más de tres millones de visualizaciones, un millón se consiguió los días previos al cierre del canal. Nanuk pensó tristemente que hubiera podido conseguir más, y posiblemente mejor de otros modos… quién sabe. El tema quedó enterrado en menos de una semana.
Pasado el tiempo, Nanuk le contó la historia a Antonio. Éste, además de sorprenderse de lo bien que hablaba Nanuk español, le dijo que por qué no había salido en público a explicar los motivos que lo habían llevado a hacer todo aquello. <Eres esquimal Nanuk, muchos habrían empatizado contigo simplemente por eso>. Nanuk no entendió muy bien este razonamiento, pero Antonio siguió con que podría haber sido famoso, aunque hubiesen sido unos días, había conseguido los quince minutos de fama y no los había aprovechado, no había hecho nada con ellos.
En silencio, Nanuk comprendió que Antonio tenía razón, ¿cómo había podido ser tan estúpido?
Había tenido la atención mediática de todo un país y no la había aprovechado para preguntar la única cosa que realmente no le deja dormir por las noches. Lo más importante de su vida y el único motivo por el que despierta cada mañana. No aprovechó la oportunidad para preguntar si alguien sabía algo de su erizo perdido.